martes, 21 de junio de 2011

El Hartazgo de la Sociedad


“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.”
Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art.3)

En su artículo Liderazgos Súbitos, el Dr. Édgar González esboza uno de los grandes problemas de la actualidad: el hartazgo social. Entendido éste como el sentimiento negativo de una población hacia su sistema político, económico y/o de Gobierno que no se corresponde con las necesidades de esa misma sociedad.
El hartazgo suele desencadenar rupturas con el orden establecido, ya sea por medio de reformas o de revoluciones. Lo cierto es que rara vez deja de tener efectos de considerable trascendencia.

lunes, 13 de junio de 2011

De la ANTAD y el M.P.

Reciba un abrazo solidario la familia del Lic. Ernesto Alarcón Trujillo.

Mientras la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reporta un crecimiento de 11% en sus ventas correspondientes al cuatrimestre enero – abril, se me ocurre que las empresas deben guardar celosamente algún secreto para que las cosas funcionen bien. Podría tratarse de múltiples factores, pero se me antoja resaltar sólo algunos: 1) Calidad en el Servicio, 2) Atención al Cliente, 3) Especialización, 4) Transparencia en sus procesos de interacción con el cliente, 5)Empleo de Herramientas Tecnológicas para acortar tiempos, 6) Protocolos estandarizados y manuales operativos o 7) Sencillez y Comodidad. 

jueves, 2 de junio de 2011

De peligrosas promesas incumplidas

“…es innegable que si alguna entidad maligna ha logrado que la promesa pierda todo su valor simbólico y su nobleza intrínseca en toda la extensión de la palabra, esa ha sido la representada por los partidos políticos y todos sus esbirros, dueños plenipotenciarios del despotismo, la mentira, el cretinismo y la desfachatez.”
Rafael Toriz, El país de las promesas,
(Performance N°138, Mayo de 2011)

El ánimo incendiario que mantiene el escritor Rafael Toriz, orgullosamente xalapeño, contra los partidos políticos podría pasar desapercibido o tomarse como una simple rabieta de quien ha gozado los beneficios de las becas y estímulos institucionales, a no ser debe admitirse, porque entraña una gran verdad: la sociedad mexicana no confía en su clase política.

miércoles, 1 de junio de 2011

Adelante, Presidente

“Me preguntáis; ¿Cuál es nuestra aspiración? Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque, sin victoria, no hay supervivencia.”
Discurso de Churchill 13 de mayo de 1940

Contrario a lo que pudiera pensarse, Calderón no tiene nada que ver con el contenido de esta columna. En cambio, el texto se relaciona con el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, más político y menos aguerrido.

Tal vez las críticas más adustas que ha recibido Héctor Yunes Landa (HYL) en su incipiente dirigencia no vengan de afuera, sino del interior del partido tricolor. Afortunadamente, hasta el momento pareciera inexistente un solo argumento sólido que merme la imagen de HYL.


Ya sea por el reacomodo de fuerzas internas, por falta de voluntad política, por la corta estadía o por una disminución fáctica en sus facultades, los tres dirigentes anteriores a HYL no pudieron concretar cambios profundos en el PRI.

No me refiero a los cambios propios de las estrategias políticas, sino a los cambios emanados de las exigencias de la ciudadanía politizada y simpatizante del revolucionario institucional: Democratizar el Instituto, Unificar a los diversos grupos bajo una misma Identidad, Fortalecer los Órganos internos y Generar una verdadera Cultura de la Transparencia. 

Sin ánimo de generar polémica, no abordaremos aquí quien quiso y no pudo o quien pudo y no quiso. Lo cierto es que HYL decidió tomar al toro por los cuernos y renovar las secretarías, coordinaciones y delegaciones del Partido. 

Esta titánica empresa requerirá de toda la experiencia del político choleño, toda vez que una renovación de comités municipales se vislumbra necesaria ante el (no tan) futuro proceso electoral. 

Y es que recordemos que la actitud de apertura ante propios y extraños, ante priístas activos, críticos y los que están en apostasía ha despertado la suspicacia de quienes se consideran con derecho natural para ocupar los cargos de dirigencia.  Son estos últimos quienes más le critican en voz baja.

 Estos inconformes son pocos, tiran la piedra y esconden la mano, buscan minar el liderazgo de HYL al negar la legitimidad de sus decisiones políticas, faltando abiertamente al principio de Disciplina y olvidando que su participación política debe estar “alentada por principios y valores superiores, desechando intereses personales o de grupos ajenos a los intereses de la República y a los principios y valores del Partido.” (Artículo 13 del Código de Ética, respectivamente). 

Ellos, los susurrantes, tienen el derecho de aspirar a ocupar los cargos de dirigencia dentro de la estructura priísta, igual que cualquier otro priísta sin importar el grupo con el que se identifique  -siempre y cuando cumplan con los requisitos plasmados en los estatutos, códigos y reglamentaciones del tricolor-. 

Lo que no tienen, ni tendrán jamás, es el derecho de limitar el ejercicio de sus derechos partidistas a otros priístas por su edad, su género ni su orientación sexual. 

Ellos, los que llaman “sarcófagos” a los militantes reinsertados en la actividad partidista, son incapaces de decirlo frente a frente o de presentar pruebas ante los órganos especializados del partido o las instancias pertinentes que pudieran evaluar la pertinencia de los nombramientos. 

Olvidan que el Partido está comprometido con la observancia de las leyes y, aunque pretendan con retórica ambigua trastocar los significados de la palabra, la LEY FEDERAL PARA PREVENIR Y ELIMINAR LA DISCRIMINACIÓN establece como discriminación:

“toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas.” (Artículo 4 de dicha Ley)
Nadie, por ser joven, adulto mayor, mujer, hombre o discapacitado tiene más o menos derechos que los que la Ley les confiere. Aducir a cualquiera de esas formas para señalar negativamente al ser humano, buscando desacreditarlo y limitarle sus derechos, refleja simplemente un vacío de argumentos y el desconocimiento de las instancias encargadas de vigilar los derechos de los militantes. 

Si cualquier priísta considerara que la investidura de algún cargo atropellara sus derechos, tiene el derecho y la obligación de manifestarlo ante las instancias pertinentes, de presentar pruebas y de exigir una resolución. Y si acaso desconfiaran de los órganos dedicados a la defensoría de los derechos de los militantes, un priísta comprometido se enfocaría en señalar puntualmente las fallas y recurriría a instancias superiores para cambiar esa realidad. 

Y ese cambio implica trabajo. Ese cambio es el que busca HYL; un cambio para fortalecer las instituciones y generar una nueva cultura política. Al menos, eso es lo que reflejan sus discursos.

No importando el partido ni las relaciones de poder que se mantengan, hablar por la espalda es un acto desleal; contemplar una falla y no realizar las acciones pertinentes, refleja un grado de pereza y la cultura del mínimo esfuerzo; emitir juicios ligeros revela la carencia de argumentos serios; resistirse al cambio sólo por proteger los intereses de grupo resulta mezquino; no proponer alternativas es instalarse en un lugar cómodo y evadir la responsabilidad histórica. 

El cambio buscado por HYL requiere que los priístas dejen la comodidad para enfocarse en un sólo objetivo: engrandecer al Partido. 

Ese cambio sólo puede realizarse con la suma de voluntades. La dirección del Comité Directivo Estatal tiene un dirigente que indica el rumbo y la dirección; sin embargo, la fuerza y la responsabilidad para construir un mejor partido recae en todos sus militantes.

No por ser pocos, los insidiosos son menos importantes. El partido es plural e incluyente incluso con ellos, los que no proponen acciones correctivas, los que desconocen o niegan los documentos básicos y propagan sus críticas buscando dividir al Partido o, cuando menos, sumar inconformes para validar grupalmente sus posturas.

Ellos, los que por ver el árbol dejan de apreciar el bosque, constituyen un reto más para HYL, quien no sólo debe sortear las críticas sino, además, unir a los diferentes sectores, organizaciones y grupos para constituirse en una verdadera autoridad moral, objetiva y transparente, cuyas acciones puedan fiscalizarse abiertamente y reflejen la voluntad de la mayoría.

El reto es convencerlos. 

Si lo logra, no sólo HYL habrá convertido a esos grillos en verdaderos priístas (según la definición de sus propios documentos), también habrá logrado generar una nueva generación de políticos. 

No resta más que desearle suerte y exclamar, de frente:

“Adelante, Presidente !!!”

Jacobo Castillo